Ya no sé en qué lugar perverso
ni en cual aciago minuto del tiempo
comenzó tu querer a serme ajeno
cuándo inició el ocaso de tu amor.
Quizá fue aquella tarde de otoño
en la que pretendí hacerme ciego
a todo lo que en verdad ocurría
cuando tu mirar ya nada me decía.
Pesarosa se anunciaba la noche
detrás de una triste puesta del sol
que entre sus insípidos matices
llevaba escritas mi pena y tu adiós.
Tal vez te habías ido mucho antes
y nunca fuiste mía de un todo
siempre en reserva te guardaste
para quien, ojalá, te ame como yo.
JFattore.
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