Un pequeño relato en tiempos de Navidad; Manuelito y el Niño de los Milagros...
Manuelito era un niño que procedía de una familia muy pobre que vivía en una muy humilde morada en las afueras de la cuidad, Lito como le decían su compañeritos del barrio, solía ir cada día a la cuidad para intentar vender algunos dulces caseros que hacía su mamá, era ese día antes de la víspera de Navidad y fue tal su empeño que logró vender todos los dulces, pensando que con eso haría feliz a su familia pues tendrían para comprar algo para cenar en Nochebuena, sin percatarse que la noche había llegado estando muy lejos de casa, quiso de prisa regresar pero sucedió algo un tanto extraño el río había crecido derrumbando el puente que era el único paso, la lluvia no tardó en llegar con su azote de frío y agua casi congelada, Lito en su angustia de no poder regresar comenzó a llorar y mirar al cielo como pidiendo un milagro, fue entonces que otro niño de entre los matorrales apareció como por arte de magia y le dijo no llores amiguito, ven vamos a refugiarnos debajo de ese gran Árbol que está del otro lado del camino, y así fue que lograron protegerse de la lluvia bajo las tupidas ramas de aquel frondoso Castaño, la temperatura bajaba rápidamente y los niños tiritaban con el frío que se hacía casi insoportable aun así Lito insistía en mirar al cielo a través del follaje como esperando que algo pasara, mientras el hambre también lo castigaba de pronto el gran estruendo de un rayo que cayó en el árbol resquebrajando una de las ramas haciéndola caer en llamas a un lado de donde se hallaban los niños que entre miedo y risa se miraron y sin decir palabra se dieron cuenta que ahora tenían el calor que como de una hoguera manaba de las encendidas ramas, luego de unos minutos se oyeron pequeños estallidos y los niños del miedo de abrazaron hasta que comenzó a llegar a sus pies el producto de aquellos crepitares que no eran otra cosa más que castañas que se abrían con las brasas de aquellas mismas ramas que ardían a un costado, ricas castañas asadas dulces como mana del cielo para con ellas saciar su hambre y endulzar sus almas, Lito le preguntó con una sonrisa a entre labios al otro niño que cómo se llamaba y éste le sonrió diciéndole me llamo Jesús y he venido a acompañarte, al cabo de un rato la mañana había ya despuntado y la corriente del río cesado logrando cruzar hasta el otro lado donde la mamá de Lito lo esperaba con desespero y lágrimas en la mirada y éste le dijo; No llores mamá, que ya he llegado, estoy bien, además anoche dormí debajo de un gran árbol, al lado de una fogata calentita de la que salían lucecitas de colores que parecían estrellitas de bengala, ah y también comí castañas asadas, además le dijo; no estuve solo otro niño llamado Jesús me acompañaba mientras lo buscaba con la mirada, pero ya había desaparecido de la misma manera como había llegado, quizás sería ese niño misterioso, el Niño de los milagros…JFattore.
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